BRINDIS POR LA FRATERNIDAD ARGENTINO CHILENA A FINES DEL SIGLO XIX
Marcelo Javier Neira Navarro
En el año 1885, un cónsul argentino en Chile ofreció en Valparaíso una comida a la oficialidad de una nave de la Armada de su país recién llega a Puerto. Con asistentes de ambos países, el encuentro fue muy cordial y fraterno. Cuando las máximas autoridades se retiraron, incluido el propio Cónsul, uno de los asistentes propuso continuar en el “Club Valparaíso”. En el más distinguido centro social de la ciudad, todos los que asumieron la invitación fueron también atendidos con la más digna cortesía. Mientras se preparaba la cena, se llenaron las copas de champaña y uno de los chilenos asistentes propuso,
“…vaciarlas en homenaje a un gran guerrero americano que simbolizaba la fraternidad de Chile y la Argentina…cuyo nombre glorioso…vivirá siempre en la historia y en el corazón de los dos pueblos (y) sería perpetuo lazo de unión para ambos: en homenaje al General San Martín”.
Ninguno de los concurrentes pudo estar más de acuerdo, dada la magnitud de la figura evocada. Luego de vaciar todas las copas, Manuel A. Barraza, un marino argentino pidió llenarlas para rememorar, según dijo,
“…otra figura inmortal de la historia americana…por un héroe legendario, cuya gloria bastaba por sí sola para dar honor a un continente. Por un marino –continuó– que debió alumbrar al mismo océano en la reciente guerra del Pacífico. Por uno de esos guerreros sublimes, ante los cuales el sentimiento de la nacionalidad desaparece para dejar sólo en el alma el sentimiento de la admiración”.
Con las copas levantadas, la atención de los concurrentes estaba al máximo esperado el lógico desenlace del breve discurso. Mientras, el marino argentino terminó diciendo,
“Por un héroe eminentemente americano…por el inmortal marino a quien todos los que seguimos la carrera del mar debemos tomar como ejemplo y como modelo: por Miguel Grau”.
La sorpresa fue mayúscula. En medio de un rumor de voces, las copas volvieron llenas a la mesa. El Comandante argentino que asistía, sin salir de su asombro y ante la evidente indignación de los chilenos, intentó aclarar la bochornosa situación provocada por el subalterno. De este modo, intervino diciendo:
“Señores, mi compañero se ha equivocado sin duda; poco habituado a los nombres, ha confundido seguramente el de Grau con el de Prat; su intención ha sido pedirnos una copa por Arturo Prat”.
Sin embargo, el propio autor del poco afortunado brindis aclaró la situación argumentando:
“No, señores. He dicho Miguel Grau, y no me he equivocado; mi intención ha sido beber una copa por Miguel Grau”.
Ante lo que parecía una etílica provocación, los asistentes se retiraron rápidamente de la sala.
Fuente: Nota de prensa, El Heraldo, Valparaíso, 25 de febrero 1885.